sábado, 28 de marzo de 2015

¿Desisto o Persisto?


"Aquel que teme ser conquistado seguramente será derrotado" 

Napoleón I


                                                                   
En una entrada anterior les conté de cómo el miedo fue un factor fundamental para que el cáncer volviera. Hoy quiero ahondar un poco sobre este tema. Sobre esta emoción que sin duda es la que más frena el desarrollo humano: el miedo.

Pedirle a alguien que no tenga miedo ante determinada situación, es como pedirle que no tenga frío en invierno. El miedo está ahí, en todos nosotros, y es un tema que ha sido profundamente estudiado y del cual se tienen diversos enfoques. Para algunos constituye un mecanismo de supervivencia y de defensa activado por una amígdala del cerebro. Unos más aseguran que se debe meramente a un asunto emocional, y otros tantos que depende estrictamente del carácter de cada persona.

El caso es que existe y todos lo hemos percibido alguna vez. El problema es cuando el ataque de miedo no va en concordancia  con la intensidad del peligro. Miedo neurótico, le llamó Sigmund Freud. 


Aquí un ejemplo.. A mi nadie me había dicho que ya era un hecho que me iba a morir. Nunca ni siquiera me lo sugirieron.  Sin embargo yo todos los días me "veía" en mi funeral. Como consecuencia realmente me estaba muriendo. En primera  porque en lugar de disfrutar cada día, me la pasaba sufriendo y llorando. ¿De qué me servía estar viva entonces? Y en segundo lugar, y lo más peligroso, ese miedo exacerbado si podía convertirse en la causa real de mi muerte. Y ahí les va por qué. La ansiedad constante evita que el sistema inmunológico funcione de manera correcta y al no hacerlo se bloquean las defensas que nos ayudan a vencer la enfermedad. Por si fuera poco, el miedo provoca que nuestra atención esté puesta todo el tiempo en la situación negativa del evento. Así que sistema inmune deteriorado más pensamientos negativos, igual a escasa protección para nuestro organismo. 



¿Qué hacer entonces? Fomentar el valor, que es lo único que va a lograr que venzamos nuestros temores. Parece simplista, pero no lo es. Cuando cambias tus pensamientos de inmediato cambian los resultados. 


                                                                     

Si es verdad que el miedo se produce en la amígdala cerebral, pues ahí también se producen otras emociones como el afecto. Y tu decides a quien querer ¿cierto? Bueno, pues entonces también decide a qué tenerle miedo o a no tenerlo. Si es real que la causa es  emocional,  pues practica actividades que te ayuden a controlarlo, como la meditación. Y lo mismo si es por una cuestión de carácter. La solución en todos los casos está en ti.

A mi lo que me ayudó a controlar mis temores fue el mantenerme informada. Pero no con la información que los demás quieren proporcionarnos, y que originalmente era la única que yo veía, sino con la que yo quería tener,  que era la información positiva.
Si se dan cuenta, siempre se destaca la información negativa: "El cáncer mata a  X número de personas al año" ; "Fulanito fue vencido por el cáncer"; "El cáncer de mama, primera causa de muerte". Bueno, pues igual que  yo lo hice les invito a darle la vuelta  y a buscar el otro lado de la moneda. "¿Cuántas personas sobreviven al cáncer?" Se darán cuenta que son más de las que se mueren.  "De las mujeres con cáncer de mama,  ¿cuántas lograron vencerlo?" También es muy importante el número de sobrevivientes.  "Mira, Fulanito ya está sano". Es increíble cuántas personas han vencido, sin importar en que etapa estaba su enfermedad.


Tú vas a decidir de que lado quieres estar. Entre los perdedores o entre los triunfadores. Cuando veas y aceptes como verdadero el  lado positivo, tu enfoque estará puesto en la solución y no en el problema. Tu sistema inmunológico se activará logrando así incrementar de manera notable las posibilidades de éxito. Y esto aplica para todo en la vida, no solo para una enfermedad.

¿Es difícil lograrlo? Más que difícil es una cuestión de disciplina. Cada vez que  te llegue un pensamiento negativo, no te enganches en él. Déjalo pasar y sustitúyelo por un pensamiento positivo.  "Tengo cáncer y el cáncer mata" (pensamiento negativo). "El cáncer no es incurable, mucha gente lo ha demostrado" (pensamiento positivo). Este es un ejercicio que si lo haces con la suficiente constancia pronto será un hábito.

Tus pensamientos y tus acciones deben caminar juntos. Estás en tratamiento para curarte ¿Entonces por qué no habrías de curarte? ¿Por qué tu, precisamente tú, vas a ser vencido? ¿Por qué si otros han podido, tú no? 

Siempre que la vida te ponga en un predicamento como este pregúntate que quieres hacer. De qué lado quieres estar. ¿Desisto o persisto? Y responde: Persisto. Persisto. Persisto. Y hazlo con valor. ¡Si se puede!




viernes, 20 de marzo de 2015

Cómo Yo, Tu puedes

"Échale ganas" siempre han sido las palabras que menos queremos oír quienes estamos pasando por una mala situación de cualquier índole. Creemos que la gente  las dice como culpándote por  estar en la situación en la que te encuentras. Si todo fuera cosa de echarle ganas, nos decimos, no estaría enferma. ¿Creen que estoy padeciendo esta situación financiera por que no le echo ganas? ¿Mi  matrimonio terminó por qué no le eché ganas? ¿Mi vida es un desastre sólo por qué no le echo ganas? Y con una media sonrisa les decimos "gracias" a esas personas  que nos dicen la frasecita, pero por dentro les estamos diciendo "púdrete". Esa es la verdad.




Pero yo les tengo una noticia, y espero que no me digan ¡púdrete! La realidad es que si. ¡Absolutamente si! Todo es cuestión de echarle ganas. Se dice que la fórmula para tener éxito en cualquier aspecto de tu vida está compuesta por un 15% de Aptitud y un 85% de Actitud. Puedes tener todos los conocimientos; toda la medicina y los tratamientos disponibles; el mejor trabajo; todo el dinero. Pero si no tienes la actitud correcta nada te servirá de mucho.




Lo viví. Soy prueba de ello. Mientras tuve una actitud negativa el cáncer volvió. Se que si no hubiera cambiado esa actitud, hoy no estaría viva. Lo hice y por supuesto con eso tenía la mayor parte de la guerra ganada, pero también empecé a buscar el restante 15%. No podía dejar a un lado la "aptitud". En este caso los tratamientos médicos eran parte de ese 15% y por supuesto que los seguí y los sigo al pie de la letra. Sin embargo sentía que me faltaba más. Y tomando en cuenta que el conocimiento es poder, decidí aprender todo lo que pudiera y así lograr llevar mi vida a dónde yo quería, que era la sanidad total. Desde entonces he estudiado toda clase de terapias alternativas: desde psicología Gestalt hasta hopono hopono, pasando por meditación y yoga de la risa. En algunos me he adentrado más que en otros, pero sin duda cada uno de ellos  ha sido de gran utilidad.


Así aprendí que "échale ganas" es  mucho más que una frase hecha. No hay que ponerla en un saco roto. Todos podemos conseguir lo que queremos si le echamos ganas. Si ponemos todo de nuestra parte para lograr nuestros objetivos. Pero es nuestra decisión. Nadie va a hacerlo por nosotros. Esto nos tiene que quedar muy claro. Tenemos que tomar el control. Y para tener el control de nuestra vida, tenemos que controlar nuestra mente y con ello nuestros pensamientos,  lo que dará como resultado que nuestras actitudes sean distintas. Ser positivos no es una moda ni un estado de ánimo. Ser positivos debe ser un estilo de vida. La clave es  crear pensamientos correctos y perfectos. Todo lo que pongas en tu mente hoy se verá reflejado en tu realidad en un futuro. Si piensas que eres un triunfador, tienes razón. ¡Lo eres! Si piensas que eres un perdedor, también tienes razón. ¡Lo eres!

Tu decides que quieres. A dónde vas, y en que condiciones vas a vivir el resto de tu vida. Nadie más. Tú, tu mente y tu decisión son todo el poder.

viernes, 13 de marzo de 2015

Miedo+Pensamiento+Creencia=Certeza


Así pues, todos esos miedos que día con día me persiguieron por año y medio. Todos esos pensamientos negativos que me hacían visualizar que el cáncer volvería. El estar tan pendiente de la enfermedad, en lugar de en  la salud. Todo eso se hizo realidad. El cáncer volvió. Escuchar por segunda vez que tu cuerpo está siendo atacado por esas células malignas  que pueden acabar contigo, fue devastador. Tenía que volver nuevamente al quirófano, y por la localización del tumor, y la manera en que los médicos debían "entrar" para extirparlo, existía un enorme riesgo de que cortaran la vena aorta y me muriera desangrada en plena plancha. Gracias por avisarme doctor.

Me senté a escribir una larga carta a mi hija. Era mi despedida. Ella nunca la leyó. Pero para mi fue como dejar mi testamento.

Llegó el día de la operación. Un camillero apareció muy sonriente en el cuarto. Señora, nos vamos.  Era mucho antes de la hora pactada. Pero me aseguró que ya lo habían mandado por mi. Yo estaba sola, lo que no era común  No pude despedirme de nadie. No hubo un beso. Ni una bendición. Tuve miedo de pensar que no volvería a ver a mi familia. Si algo me pasa mi mamá va a morirse de dolor por no haberme visto,  pensaba mientras recorría el hospital a toda velocidad, como si el camillero tuviera una prisa enorme por llevarme al matadero.

La operación duró muchas horas. Según mi doctor fue más complicada de lo esperado. Me quitó un montonal de cosas. Nomas me dejo el corazón para que no me muriera. Y desperté. Recuerdo que abrí los ojos en la sala de recuperación. Había más personas ahí. Una señora se quejaba mucho. A mi no me dolía nada. De plano hasta empecé a tocarme para comprobar que estaba viva. Nadie me hacía el menor caso, pasaban los minutos y empezó a entrarme una enorme desesperación. Sabía que mi familia iba a estar preocupada por que no acababan de subirme a mi cuarto, Por fin pasó junto a mi una enfermera, y al preguntarle cuánto tiempo más me tendrían ahí me contesto: "No sabría decirle, todos los camilleros están en la cena de navidad del hospital". Poco me faltó para levantarme e irme caminando.

Me recuperé pronto. Tuve que someterme nuevamente a varias sesiones de radioterapia, pero ni estás ni la quimioterapia que antes me habían dado lograron tumbarme. Una serie consecutiva de lo que yo percibía como pequeños "milagros" me fueron dando una gran fortaleza. Mi marido fue un ancla muy importante. Primero cuándo me hizo comprender que mi realidad era la que estaba viviendo y que tenía que enfrentarla, y luego cuando un día al pasar frente a una funeraria volteó a verme, yo creo que leyendo mis pensamientos, y me dijo; En lugar de verlo como un mal augurio, velo como una gran suerte, No estás ahí. ¡Guau! Eso fue un gran detonante, aunado a mis enormes deseos de vivir y de ver crecer a mi hija, Ese día algo cambió en mi mente.

Decidí que bajo ninguna circunstancia iba a morirme. No quería morirme, y por lo tanto no lo iba a permitir. Tenía, y tengo, tantas cosas aún por hacer, que para lo último para lo que tengo tiempo es para morirme. Y fue justo en ese momento cuando comprendí que "echarle ganas" SI era una opción. La mejor opción. Han pasado 5 años desde que le estoy "echando ganas" y aquí estoy. Mejor que nunca. Estoy viva. Estoy sana. Estoy viendo a mi hija cumplir 21 años. ¿No puedo pedir más? Si, si puedo. Aún me falta mucho por ver. ¿Y saben qué? "Échale ganas" es el mejor consejo que he podido recibir.

lunes, 9 de marzo de 2015

La frase problema


"Échale ganas! se convirtió en la frase más molesta. No había persona que no me la dijera. Todo el que me hablaba para preguntar por mi salud terminaba diciéndome "échale ganas". Si claro, pensaba yo, cómo si fuera así de sencillo. ¿Qué creen todos? ¿Qué me quiero morir? Qué estupidez. Si solo se tratara de écharle ganas no estaría en estas condiciones.
 Y pasó un año y medio, mismo que  viví sumergida en el más absoluto de los terrores. Despertaba sobresaltada por las noches pensando en la muerte. Mí muerte. No había un minuto del día en que no pensará en eso. Todas las funerarias y carrozas fúnebres se me "atravesaban" en el camino. Seguro es un aviso, decía yo. Cuándo iba al súper, al formarme en la caja para pagar, tomaba una revista para hojearla y ahí estaba un artículo que en letras que me parecían gigantescas y casi con destellos para llamar mi atención se leía: "Fulanito pierde la batalla contra el cáncer". En esa época muchos famosos se murieron de cáncer, y una gran parte de ellos, de cáncer de colón para acabarla de amolar.  Y qué tal si..., si me dolía el estómago,me decía ¿Será qué...? Todo lo veía como un macabro aviso. Mi salud mental, y también la de mi familia contagiada por mi angustia constante, estaba en juego. No se puede vivir en tal estado de pánico. Cada tres meses tenía que acudir a hacerme nuevos análisis, y cuando iba por los resultados tenía que tomarme un tafil o corría el riesgo de que me diera un infarto. Cuando entraba a la consulta  con el doctor apenas y podía saludarlo. Solo le pedía en un estado casi de histeria que me dijera si todo estaba bien. Y la enfermera del doctor no dejaba de asegurarme: "Acuérdese que la actitud es muy importante". Si, claro ¡échale ganas! ¿Qué nadie puede entender lo que me pasa?
Y yo los lloré a todos. Los sufrí más que nadie. Cáncer, cáncer, cáncer era la única palabra que día y noche estaba presente en mis pensamientos. Si me dolía la pierna pensaba
No podía con esto. Todos los días me repetía que no me lo merecía. No podía entender por qué me estaba pasando a mi. No es posible, si he sido buena persona, buena hija, buena esposa, buena madre. Nombre era yo casi una santa. Más aún, una mártir. ¿Por qué a mi? ¿Por qué a mí? ¿Por qué a mí? Y pasó el año y medio con el único pensamiento, por no decir certeza, de que el cáncer iba a volver. Y volvió

sábado, 7 de marzo de 2015

Y la historia inicia


Esta historia comienza como todas, en un día que parece cualquier otro. Hasta que te das cuenta que fue el día. Ese que cambió tu vida. Existen infinidad de acontecimientos que van marcando tu existencia. Has pensado que si tus papás no se hubieran encontrado esa escuela camino a casa donde pasaste tus primeros años ¿tu mejor amigo tal vez sería otra persona? O qué tal ¿si en el momento que te cruzaste en la universidad con quien se convirtió en el amor de tu vida, a uno de los dos se le hubiera caído un lápiz y jamás se hubieran visto? Dicen que el hubiera es tiempo pendejo. Lo qué pasó pasó. Si, y hagas lo que hagas siempre va a haber muchos hubieras. Es el destino, dicen algunos. Así me tocó vivir, dicen otros. Yo no tengo la menor idea si venimos a este mundo con un destino previamente marcado. No voy a entrar en detalles religiosos ni científicos. Cada quién tiene sus propias creencias. Lo que si puedo decirles es que todos los días me pregunto ¿Cómo sería mi vida hoy si no me hubiera dado cáncer?


Estoy cierta que sería completamente distinta. No solo por los estragos físicos que me causó, sino por cómo cambió mi manera de ver la vida. Y cambió por que enfrenté a la muerte.Cuándo te das cuenta que todo esto que tienes se puede acabar. Cuándo entiendes de verdad que no solo se mueren los otros. Cuándo un coche último modelo ya no es ni por poco lo que te causa una gran alegría. Ese día se convierte en tu peor pesadilla. Todos los miedos empiezan a acecharte. Las lágrimas podrían formar un nuevo océano. No sabes ni a qué y mucho menos a quién reclamarle, pero reclamas. La única pregunta que martillea tu mente es ¿por qué a mí? Cómo si fueras un ser intocable. Y claro, es que hasta ese momento así lo creías. Y entonces empiezas con una interminable lista de hubieras. Si no hubiera fumado... Si no hubiera comido tanto chile... Si no me hubiera puesto esa borrachera hace 20 años... Si hubiera ido al doctor cada mes... Si hubiera... Si hubiera... El caso es que tenía que enfrentarme a un cáncer de colón, y a las palabras de todo el mundo recomendándome "échale ganas".